Expediente Warren


Título original: The conjuring (The Warren files)

Director: James Wan

País: EEUU

Actores: Vera Farmiga, Patrick Wilson, Lili Taylor, Joey King, Ron Livingston, Mackenzie Foy, Shanley Caswell, Hayley MacFarland, Sterling Jerins, Shannon Kook

Año: 2013

Duración: 112’

Crítico: Harkness

Puntuación:


Llega a nuestras pantallas esta nueva apuesta por el género terrorífico del director James Wan, que ha venido cosechando unas críticas más que aceptables. Con Saw, este hombre tuvo uno de esos debuts que dejan huella y reciben tantos amores como odios, aunque es verdad que la famosa saga terminaría por hundirse en el fango de pura repetición, arruinando unas claves que al principio habían funcionado. En Sentencia de muerte firmó un retorno al cine de venganzas a lo Charles Bronson, que no recibió mucha atención, para después volver al terror, donde más cómodo parece sentirse, con Silencio desde el mal. Su siguiente trabajo en Insidious, sin ir más lejos, es todo un festín, un homenaje de fan entusiasta a títulos emblemáticos sobre casas encantadas y posesiones. En opinión del que suscribe, su mejor y más disfrutable película.

The conjuring (o Expediente Warren, en la más que sosa traducción patria) sigue la misma línea de apuesta por el clasicismo añejo y casi artesanal, por el volver a clásicos tan fundamentales como Poltergeist, Amityville o El exorcista. El argumento gira en torno a una familia que se traslada a vivir a una antigua casa con un pasado turbio, donde comienzan a darse fenómenos extraños y se desatan fuerzas maléficas que ponen en peligro a los nuevos residentes. No les quedará más remedio que pedir la ayuda de un matrimonio de parapsicólogos (Vera Farmiga, Patrick Wilson) expertos en lidiar con todo tipo de entes sobrenaturales, que cual Iker Jiménez y señora se dispondrán a prestarles su ayuda y a desvelar el misterio de la casa. Muy original todo ¿verdad?


"Bienvenidos a la nave del misterio"

Pues efectivamente, lo novedoso brilla por su ausencia en The conjuring, hasta el punto que uno espera algún tipo de revelación o de giro final que nunca llega, y en su lugar nos encontramos con un desenlace algo tibio y “porque sí” con un mensaje medio cristiano, o familiar, de lo más moñas. También tenemos un más que inquietante prólogo que parece que va a tener más peso en la trama, y resulta ser anecdótico. En cualquier caso, James Wan se conoce el manual de principio a fin, y se limita a aplicarlo con buena mano, con un gran manejo del suspense, atmósfera tétrica, golpes de efecto… sabiendo dónde poner la cámara, sin recurrir a lo obvio, pese a las más que trilladas situaciones. Este hombre se marca además autohomenajes un poco absurdos en sus películas, referentes al muñeco cabrón de Saw, cosa que tiene su gracia.


En definitiva, el resultado es una película agradable de ver, al más puro estilo “tren de la bruja”. Es decir, que su interés principal reside en la sucesión de sustos, y en cómo maneja ingeniosamente el director los recursos para mantener a la platea acojonada y tensa en su butaca. Y lo hace bien, consiguiendo todo un ejemplo de cine del de antes, solo que hecho ahora mismo. Pero aquí uno se esperaba alguna sorpresa, o algo que justifique la función más allá de los lugares comunes (en torno a los cuales se entiende que se articule una propuesta tan “nostálgica” y medio retro).




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