Stoker



Director: Park Chan-Wook

País: EEUU

Actores: Mia Wasikowska, Matthew Goode, Nicole Kidman, Jacki Weaver, Dermot Mulroney,Lucas Till, Ralph Brown, Alden Ehrenreich, Phyllis Somerville, Wendy Keeling,Lauren E. Roman, Tyler von Tagen

Año: 2013

Duración: 98’

Crítico: Serdna


Puntuación:

Old boy fue sin duda una de las películas más sorprendentes de la pasada década. Basada en un cómic del mismo nombre, mezclaba géneros tan dispares como el thriller, el drama, la comedia negra o el cine de acción, dando lugar a una cinta absolutamente inclasificable y única. Por este motivo, muchos esperábamos Stoker, la nueva película de su director, el surcoreano Park Chan-Wook, su primera cinta rodada en EEUU y con reparto anglosajón.

Antes de continuar, creo que es necesario señalar que Stoker no está a la altura de Old boy, como tampoco lo estaban sus últimas cintas. Dicho esto, lo que sí es seguro es que Stoker supone un necesario soplo de aire fresco en un género tan maltratado como es el cine de terror. Aunque, por supuesto, no es una película de terror, sino una película de Park Chan-Wook. Como ya ocurría en sus trabajos anteriores, y muy especialmente en la ya citada Old boy, intentar clasificar esta cinta dentro de un género concreto es complicado. Por supuesto, tal vez este no sea un caso tan extremo como otros de su filmografía, pero la mezcla de géneros sigue siendo la marca de su autor y el film oscila entre el drama familiar, el terror, la comedia negra y el thriller.

Stoker cuenta la historia de India Stoker (Mia Wasikowska), una joven solitaria que vive con sus padres en una mansión apartada de la ciudad y cuya apacible vida se ve conmocionada por la muerte de su padre, un arquitecto de éxito, a quien estaba muy unida. En ese momento, su madre (Nicole Kidman) y ella reciben la visita del hermano de su difunto padre, Charles Stoker (Matthew Goode), un personaje encantador y misterioso que se instala con ellas y que parece tener mucho que ocultar.


Es interesante ver la primera incursión de este director surcoreano en el cine occidental. Consigue adaptarse perfectamente al lenguaje del cine de terror estadounidense y europeo, reciclando multitud de referencias. En realidad, la película podría prácticamente considerarse un homenaje al cine de terror occidental por parte de su director. A lo largo de la cinta vemos a los personajes desfilar por mansiones con sinuosas escaleras de caracol, que bien podrían estar sacadas de algún clásico sobre casas encantadas, sucios y sórdidos moteles que nada tienen que envidiar al Motel Bates, cementerios, bosques oscuros y sótanos siniestros con el típico fluorescente que siempre parpadea. Y las referencias a clásicos del horror, tanto cinematográfico como literario, no sólo se quedan en lo estético. El personaje de India Stoker, la joven retraída pero con un punto inquietante que sufre acoso escolar, bien podría recordarnos a la Carrie de Stephen King. Y el propio título de la película (y apellido de la familia protagonista del film) nos hace recordar inevitablemente Bram Stoker y al género vampírico en general que, por cierto, está muy presente en la cinta. Aunque no se trata de una película con elementos sobrenaturales, es difícil no ver en el personaje de Matthew Goode una versión terrenal del arquetipo del vampiro aristocrático acuñado por Polidori y que tantas veces hemos visto en el cine: elegante, seductor, enigmático y peligroso.

 Sería muy fácil para un director mediocre caer en lo tópico contando con estos elementos, sin embargo, este maestro surcoreano consigue hacerlos suyos y crear una película con mucha personalidad, que durante gran parte de su metraje transcurre a plena luz del día, donde el horror gótico más clásico se mezcla con lo moderno y lo luminoso, con los sonidos acústicos de Emily Wells, que pone música a la cinta. Sintetizando (y etiquetando), supongo que así podríamos calificar esta cinta, como un cuento gótico moderno, donde las pulsiones más oscuras y los instintos reprimidos juegan un papel importante.


Gran parte del atractivo de la cinta reside en su trío protagonista, especialmente en la joven Mia Wasikowska, que logra crear un personaje creíble y, por momentos, verdaderamente perturbador, con algunas escenas que realmente son difíciles de olvidar. También el ya citado Matthew Goode cumple a la perfección con su papel, posiblemente el mejor de su carrera, cosa que no es difícil, pues este actor ha tenido hasta ahora pocas oportunidades de lucirse. Y por último, es necesario destacar a Nicole Kidman, que se ha visto obligada a quitarse el bótox para poder hacer algo parecido a actuar, lo cual es digno de agradecer, porque ésta es su mejor película en años.


Pero si de verdad hay algo que destaca muy notablemente es la labor de su director. La película es de una factura técnica impecable. El surcoreano juega con los colores con gran elegancia y tanto la dirección como especialmente el montaje son sobresalientes. La única pega que podríamos ponerle es que tal vez el desenlace de la película llega de forma algo brusca y casi no da tiempo saborearlo. También es posible que haya quién la acuse de cierta intrascendencia, porque al fin y al cabo, más allá de revelaciones sorprendentes, momentos impactantes y alardes visuales, la historia no deja de ser, como ya se ha dicho antes, un cuento. Un cuento oscuro que, sin embargo, no creo que decepcione a los seguidores de este director ni a los aficionados al género de terror en general. 



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