Bad boys for life (Bad boys 3)









Título: Bad boys for life
Dirección: Bilall Fallah, Adil El Arbi
País: USA
Actores: Will Smith, Martin Lawrence, Vanessa Hudgens, Kate del Castillo, Paola Nuñez, Jacob Scipio, Joe Pantoliano, Charles Melton, Alexander Ludwig, Nicky Jam, DJ Khaled, Ivo Nandi, Happy Anderson, Massi Furlan, David Shae
Año: 2020
Duración: 123'
Crítico colaborador: David Hidalgo Moreno

Valoración:






Antes de comenzar esta reseña, debo hacer un ejercicio de honestidad con todos/as vosotros/as y, especialmente, conmigo mismo: me encanta la trilogía Bad Boys. No porque sean grandes películas, en absoluto, sino por razones puramente sentimentales. La primera, que constituye la opera prima de Michael Bay (por aquel entonces, un joven cineasta ya curtido en la realización de videoclips y spots publicitarios), es una muy entretenida y carismática buddy movie que, aunque no innova en absoluto dentro de un género que ya estaba trillado en 1995, nos regaló un dúo tan memorable como el compuesto por Mike Lowrey (Will Smith) y Marcus Burnett (Martin Lawrence), así como la consolidación en el estrellato de sus dos protagonistas y algunas de las set pieces más memorables del cine de acción de los 90. Ah, y a Joe Pantoliano interpretando al comisario más irritable de la Historia del Cine. Que eso siempre suma.

Pero fue en 2003, con Bad Boys II, que lo que parecía que simplemente iba ser una saga de acción profundamente marcada por una herencia noventera adquirió una identidad completamente distinta y propia. ¡Y qué identidad! Michael Bay, borracho de ego y en pleno estrés postraumático tras el gigantesco batacazo que supuso su Pearl Harbor, decidió dejarse de formalidades y pergeñar el que es, en mi opinión, uno de los mayores placeres culpables de la década de los 2000. Bad Boys II es feísta (esa dirección de fotografía basada mayormente en neones…), ultraviolenta, zafia, machista, homofóbica, ofensiva… ¡Y un disfrute de los grandes, si uno/a acepta entrar en su mundo! Un mundo, por cierto, en el que nos encontraremos al Ku Klux Klan, cadáveres con bolsas repletas de droga en su interior, ratas en pleno acto sexual, chabolas explosivas y campos de mina a las afueras de Guantánamo. Ah, y a un Jordi Mollà dando vida al glorioso villano Johnny Tapia. ¡Alabado sea Johnny Tapia!

Con estos antecedentes, y teniendo en cuenta que esta tercera entrega de la franquicia nos llega la friolera de 17 años después de su predecesora, he entrado a la sala con suma inquietud. Y no sin cierto fundamento: aunque algunas sagas han logrado mantenerse relevantes en el tiempo, conservando su mojo e incluso mejorando como el buen vino (tal es el caso de Mission: Impossible, Fast and Furious e incluso Creed, el relevo generacional de Rocky), a otras el hecho de no saber parar a tiempo solo las ha condenado a la mediocridad cuando no al basurero (todavía me estremezco al recordar lo que han hecho a sagas como Die Hard, Alien o Rambo). Además, cabe mencionar el factor más importante: Michael Bay no ha repetido como director, en esta ocasión. Y este dato, como diría nuestro querido expresidente y poeta contemporáneo Mariano Rajoy, “No es cosa menor”. Especialmente tras la descomunal barrabasada que fue la segunda entrega, Bad Boys era una saga indisociable al estilo, sensibilidades e inquietudes artísticas de este “explosivo” cineasta.

Y, por si fuera poco, el que nombre que sonaba para reemplazarle sí generaba mucha confianza: nada menos que Joe Carnahan, uno de los mejores directores de acción actualmente en activo, y responsable de películas tan solventes como Narc, Smokin’ Aces o The Grey. Pero, debido a diferencias creativas con Smith, decidió abandonar la producción, y en última instancia los elegidos para relevarle fueron Bilall Fallah y Adil El Arbi. Pese a que estos cineastas belgas habían demostrado su talento y capacidad con filmes como Black, esta nueva sustitución, unida a unos trailers y clips promocionales que no me decían absolutamente nada, no contribuyó en absoluto a aumentar mi nivel de expectativas hacia esta nueva y extremadamente tardía entrega de la saga creada por Bay.

Ahora, visto en perspectiva, he de admitir que esta total y absoluta carencia de expectativas era lo mejor que podría haberme pasado. Y es que Bad Boys for Life no solo no es el desastre que temía en el fondo de mi corazoncito cinéfilo: es, de hecho, una cinta de acción de lo más sólida, en absoluto mejor pero sí a la altura de la primera entrega y con cierta personalidad propia al margen de la irrepetible segunda parte.

Saquémonos de encima cuanto antes al elefante de la sala: ¿son capaces Bilall Fallah y Adil El Arbi de relevar como es debido a Michael Bay? Sí… y, al mismo tiempo, no. No, porque Bay era capaz de cubrir cada fotograma de una capa de macarrismo, mientras que esta tercera cinta se siente algo genérica, filmada con mucha corrección, pero con poca… mirada artística, por así decirlo. Sin embargo, donde Fallah y El Arbi sí logran que no echemos tanto en falta al creador de la franquicia, es en ocasiones donde consiguen lucirse mediante planos de gran valor artístico (ese cóctel molotov volando a cámara híper lenta, la forma como la cámara gira en pleno tiroteo final para componer un plano aparentemente imposible, el infierno en que se convierte la localización del clímax final…). Aparte, huelga decir que estos dos directores aciertan en no intentar imitar el humor cafre y totalmente descontrolado de Tito Michael, sino que se centran en narrar el film con un sólido pulso narrativo (sus dos horas de metraje jamás se sienten largas) y en permitir que sus intérpretes puedan respirar, mostrar su carisma e incluso mostrar una emotividad nunca antes vista en la saga.

Porque, sí: en lugar de ir a lo fácil, los guionistas de esta película toman más de una decisión arriesgada, situando a sus protagonistas en lugares muy complejos y poniendo a prueba sus límites morales y emocionales. Son dilemas de todo a cien, desde luego, pero ésta es una entrega dispuesta a permitirse momentos de reflexión, de duda e, incluso, de profunda tristeza. Llegados a este punto, debo mencionar que Martin Lawrence nos regala la que es, sin el menor atisbo de duda, su mejor interpretación en toda la saga y, quizás, en los últimos años.

El reto de esta cinta es muy complejo: debe traer de vuelta a la relevancia una franquicia que, a estas alturas, ya podía darse perfectamente por muerta, protagonizada por actores que ya no son las estrellas del cine de acción y de la comedia que solían ser en sus mejores tiempos. Todo ello, aportando los suficientes elementos modernos (un nuevo y joven equipo que sirve como apoyo al dúo protagonista, todo tipo de tecnologías punteras…) para atraer el interés del público más joven, sin perder aquello que hizo que Bad Boys adquiriera un cierto estatus de culto con el tiempo.

Y es de justicia reconocer que Fallah y El Arbi salen airosos de este desafío, logrando una película muy entretenida, divertida, en la que el toque de Michael Bay está bastante presente (incluso de formas algo… inesperadas) pero que, al mismo tiempo, se siente distinta y fresca. Sin ser revolucionaria, y pecando de repetir muchos de los clichés del cine de acción más trasnochado (villanos mexicanos unidimensionales, explosiones por doquier, escenas que traspasan la barrera del absurdo…), Bad Boys for Life es un cóctel cargado de acción, comedia (acertadísimas sus pinceladas de humor negro) y emotividad y, en definitiva, una alternativa muy decente frente a las opciones más sesudas y oscarizables que podemos encontrar en cartelera estos días. ¡Sin mencionar el gustazo que supone volver a escuchar en pantalla grande, veinticinco años después, el tema original de Bad Boys creado por Marc Mancina!

Pero no quiero llevaros a engaño: pese a las virtudes anteriormente señaladas, siento que este regreso es un tanto innecesario, e incluso, a la postre, redundante. No en vano, incluso se permite repetir conflictos ya establecidos en la anterior parte de la franquicia: que si quiero retirarme, que si tengo problemas de alcoba, que si tú eres demasiado alocado y yo quiero sentar la cabeza… Aspectos requetevistos, no solamente en esta saga, sino en el subgénero buddy movie en general. Sin mencionar que, aunque el dúo directorial pone todo de su parte para dinamizar las secuencias de acción, es inevitable notar que los años han pasado muchísima factura a sus protagonistas. Si en anteriores entregas los tiroteos y las persecuciones automovilísticas se alternaban con combates cuerpo a cuerpo e incluso frenéticas carreras, aquí se acaba recurriendo en no pocas ocasiones a que la acción sea vehiculada por armas de fuego o vehículos, todo con el obvio fin de hacer menos visibles las limitaciones físicas que Smith y Lawrence (especialmente éste último) han adquirido por el paso del tiempo. Es, precisamente, cuando el film decide evidenciar dicho transcurso de los años, en los momentos en que adquiere mayor carisma y relevancia dentro de la franquicia. Estos momentos la convierten en la Lethal Weapon 4 de Bad Boys, solo que algo mejor.

Con todo, me alegro de haberla visto. Y, especialmente, ya que sus dos protagonistas estaban tan por la labor de traernos esta nueva película sin importar las circunstancias, y que finalmente se ha hecho, agradezco enormemente el visible esfuerzo que sus
creadores y el talentoso equipo ha puesto en hacer las cosas bien. Es un film algo lastrado por el paso del tiempo, pero pese a todo, logra erigirse como una muy digna nueva secuela en una saga que, hasta la fecha, ha regalado muy buenos momentos a los amantes del cine de acción. Para los fans de Bad Boys y de sus intérpretes principales, un visionado recomendable. Para todos los demás, entretenida y bien realizada, aunque si preferís decantaros por las numerosas opciones dignas de Oscar que pueden encontrarse en nuestras carteleras por estas fechas, sería perfectamente entendible.

LO MEJOR: Smith y Lawrence todavía mantienen su química intacta; Martin Lawrence ofrece su mejor interpretación en toda la saga; el buen pulso narrativo que le imprimen Bilall Fallah y Adil El Arbi, que se permiten lucirse ocasionalmente con planos muy logrados; es todo un gustazo que Lorne Balfe haya recuperado el tema original de Bad Boys compuesto por Marc Mancina; reconozco que puntualmente me ha sorprendido, gracias al rumbo que el film adquiere; su inesperada y efectiva carga emocional.

LO PEOR: Padece mucho del síndrome “Una última vez”, o lo que es lo mismo, repite topicazos ya vistos en sagas como Fast and Furious; el paso de los años, que tanta mella ha hecho en Smith y en Lawrence, acaba pasando factura a las escenas de acción; unos villanos de lo más unidimensionales y poco memorables (salvo el personaje de Armando, que acaba destacando entre tanta mediocridad); es inevitable acabar preguntándose qué hubiera ofrecido Carnahan, de haber dirigido finalmente esta cinta.




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