MA MA

 

Dirección: Julio Médem
País: España
Actores: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandia, Teo Planell, Silvia Abascal, Mónica Sagrera, Àlex Brendemühl, Ciro Miró
Año: 2015
Duración: 110'
Crítico: Harkness

















“Bueno... esta vez parece que no le ha quedado tan mal”, tal era mi impresión durante la primera hora de Ma Ma, la nueva película de Julio Médem, protagonizada y producida por Penélope Cruz. No tardé en darme de bruces contra la dura realidad; estamos ante un nuevo truño de quien, voy a decirlo sin temor, me parece el peor cineasta que jamás haya dado el cine de este país, y posiblemente uno de los peores del cine moderno (y de todos los tiempos, qué narices).


Que nadie se equivoque. No soy amigo de definiciones totalizadoras, de hablar de lo mejor, de lo peor y cosas así, en términos absolutos. Hace tiempo que he superado la etapa de los calificativos-cliché de revista de actualidad, tan vacuos y carentes de significado real. Cuando digo que Julio Médem es el peor cineasta de todos los tiempos, hay sin duda mucho de hipérbole, de exageración, e incluso reconocería que algo de pose en tal comentario. Sin embargo, pocos directores se me ocurren que me generen una mayor antipatía que este menda, absolutamente deificado por la crítica (al menos hace unos años, ahora no tanto) y considerado un poeta, cuentista visual, narrador de historias protagonizadas por mujeres y con elevado contenido sexual. Me parece un cantamañanas de primer orden, paradigma del artista pagado de sí mismo, convencido de que lo que hace es un arte de primer nivel, cuando realmente no pasa de la caspa, del “kitsch” más trasnochado.




Ma Ma es otra oda de Médem a sí mismo, al arrebatado, al sensible creador que (no hay duda) él mismo se considera. Para sus estándares, eso sí, estamos ante un ejercicio de contención extremo y encomiable; no hay sexo explícito, únicamente hay un polvo que no vemos en pantalla, y las únicas tetas (o la única, para ser más exactos) son las de Penélope, y porque la cosa va de lo que va. Bueno, y las de una extra playera que pasaba por allí (no se puede tener todo). Grandes decisiones que debieron de costarle a Julito más de una noche sin dormir, y es que Ma Ma es algo así como el crepúsculo y la conclusión lógica de su obra, que como todo el que haya visto algo suyo sabe, gira en torno a una única y obsesiva preocupación, un único amor y pasión verdadera; LAS TETAS. Para Médem, rodar una historia sobre el cáncer de mama viene a ser el equivalente a rodar el apocalipsis y el ragnarok, todo junto.


¿Y de qué va? De una madre coraje que lucha por salir adelante y formar una nueva familia, después de que su marido le abandone por otra más joven, y de serle diagnosticada una terrible enfermedad. Es decir, sobre el papel, un telefilme de las tres de la tarde en toda regla. Un argumento mínimo donde los hechos se suceden sin que nada sea creíble, sin que una consecuencia lleve a otra con naturalidad, donde todo está forzado al máximo. Hay muchas flipaditas visuales, filtros raros, alucionaciones pseudo-freudianas (que sí, Médem, que ya sabemos que eres un genio), acompañadas de diálogos que hacen sangrar los tímpanos, así como subtramas (como la de la niña siberiana) pretendidamente alegóricas, simbólicas, etc. y que alcanzan un imposible nivel de petardez y falsedad. Todo un envoltorio semi-poético que ayuda a encubrir la nada más absoluta, eso sí, muy preciosista (además de gratuito, véase el plano de ella flotando en la playa). Médem se esfuerza mucho por plasmar una especie de cotidianeidad y de gracejo esponáneo en cada frase de diálogo; está muy lejos de lograrlo.




Una de las cosas que más me molestan de este señor es que, por si fuera poco, va de feminista, de gran conocedor del universo femenino, sus sueños, sus problemas... pues sinceramente, la visión que ofrece de la feminidad no puede parecerme más estereotipada; o amante, o madre, y aquí tenemos el segundo tipo. El personaje de Penélope Cruz es una mujer muy buena, un poco lerda y que destaca por su sentimiento maternal por encima de cualquier otra cosa, es lo que la mueve, no hay más matices. La película tiene una dedicatoria, está dedicada “a ellas”... pfff, anda ya...




Un resumen de los espectaculares recursos visuales que se le ocurren a Médem; Luis Tosar dándo una patada al aire, simulando que manda al carajo el cáncer de nuestra heroína; filmada en PLANO SUBJETIVO, la propia patada. Penélope va a la playa mientras se repone, allí ve unos enormes cangrejos andando por la arena, filmados en PRIMEROS PLANOS (cáncer, cangrejos, sutileza al poder). Planos simbólicos constantes del corazón latiendo, del bebé de Pene cogiendo el tumor, mientras lo ve en una ecografía... menuda CURSILERÍA inaguantable. Pene aparece en su casa, leyendo una novela... una novela del propio Médem, reciclaje de su último guión que no logró hacer película, toma alarde de EGO...


Y el médico, el personaje del condenado médico de Pene, que se pone CANTAR espantosas canciones románticas en plan Operación Triunfo. Ese es el nivel. Y por si fuera poco, reflexiones religioso-trascendentales de cuchufleta, referencias a la crisis económica y a fenómenos populares como la victoria de la selección de fútbol española; tal es el gañanismo oculto de este señor, cuyo cine en realidad viene a ser carne de espectadores cuñados y marujas que ven Sálvame Delux y MHYV, pero disfrazado de arte y ensayo.


Los actores; Penélope hace lo que puede con su desparpajo característico, pero el papel es tan unidimensional que no da para más. Alex Brendemuhl va y viene de su planeta constantemente. El médico es un clon de Albert Rivera. Luis Tosar está más perdido que un pulpo en un garaje, y se le nota. El único punto positivo, la banda sonora de Alberto Iglesias, y eso que es un calco de Chopin. Una película, en resumen, que solamente recomendaría a mi peor enemigo, y que demuestra que el realizador de la interesante Vacas (hay que ser justos y reconocer también lo digno que haya hecho) lleva ya tiempo desaparecido en combate.





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