To the wonder


Título original: To the wonder.

Director: Terrence Malick.

País: EEUU

Actores: Ben Affleck, Olga Kurylenko, Rachel McAdams, Javier Bardem, Tatiana Chiline, Charles Baker, Romina Mondello

Año: 2012

Duración: 112’

Crítico: Serdna.


Puntuación:





'To the wonder', o Terrence Malick como marca. 

 Hace unas semanas, tuvimos oportunidad de ver la última película de Terrence Malick, director de 'El árbol de la vida', uno de los iconos de esta web. La extrañísima trayectoria de Malick, que estuvo dos décadas enteras sin hacer cine y ahora rueda películas a pares, así como su peculiar personalidad (no concede entrevistas y apenas aparece en público) le han convertido en uno de los personajes más enigmáticos e interesantes del Hollywood actual. Después de 'El árbol de la vida', donde llevó su estilo contemplativo y su temática existencialista hasta su máxima radicalidad, en una cinta que rozaba lo experimental, con un argumento mínimo, pocos diálogos y largos planos de galaxias en proceso de formación, su nueva película era esperada con recelo y expectación a partes iguales. Y el resultado... deja mucho que desear.

'El árbol de la vida' puso a Malick en el punto de mira de la crítica internacional. Aunque ya era un director reconocido antes de ella, posiblemente nunca antes se habló tanto de él. Los espectador desprevenidos, que fueron al cine atraídos por su reparto (con Sean Penn y Brad Pitt a la cabeza) salían espantados de la sala e incluso en algunos cines, tanto estadounidenses como españoles, se llegaron a colocar carteles advirtiendo a los espectadores de la "peculiaridad" de la película y ofreciéndoles la posibilidad de devolverles el dinero.

Y al ver su última película, 'To the wonder', es inevitable tener la sensación de que Malick, por mucho que vaya de genio excéntrico y anti-social, está intentando repetir la jugada que le dio tanta notoriedad. O eso, o que sencillamente su discurso ya está agotado y después de una cinta tan excesiva en todos los sentidos como 'El árbol de la vida', ya no le queda nada más que contar. Para cualquiera que haya visto su anterior película, la repetición y el auto-plagio resultan aquí tan evidentes que en algunos momentos llegan a provocar vergüenza ajena. Los planos, el uso de la música, la fotografía, el color, incluso el barrio donde viven los protagonista, TODO recuerda a 'El árbol de la vida', y lo peor es que resulta increíblemente forzado. Podrá gustar más o menos, pero su anterior película existía una adecuación perfecta entre lenguaje y contenido. Trataba nada menos que del sentido de la vida, y para tratar un tema tan grandilocuente era necesario que la puesta en escena estuviese a la altura.


'To the wonder', sin embargo, no es una película sobre el sentido de la vida ni sobre Dios, sino una cinta romántica, mucho más digerible que su anterior película y argumentalmente más convencional. Por tanto, aquí la puesta en escena de 'El árbol de la vida' resultaría excesiva y fuera de lugar, sin embargo, Malick no se corta un pelo y se auto-plagia descaradamente. Es posible que haya quién lo defienda diciendo que es su estilo y que no puede renuncia a él, pero no, esto no es tener un estilo propio. Utilizar unos recursos formales concretos para contar cualquier historia, ya sea un drama, una comedia, una cinta romántica o de terror es pretender aparentar una cierta personalidad donde no la hay (sí, justo como hace Zack Snyder). Evidentemente, a estas alturas Malick no necesita hacer eso. Él ya tiene una filmografía (aunque breve) bastante sólida, con un discurso, unas inquietudes, unos temas y una personalidad bastante evidentes, así que cabe preguntarse a qué viene exactamente esta película. La respuesta más rápida es que, sencillamente, debía ir con el piloto automático, cogiendo una historia que no tiene nada que ver con su predecesora, pero envolviéndola en el mismo papel. El resultado es fallido y vergonzante.

LLU CHAL LOF. 

A diferencia de 'El árbol de la vida', esta película tiene una historia bastante más lineal y convencional. Cuenta, básicamente, la atormentada historia de amor entre un estadounidense (Ben Affleck) y una madre soltera francesa (Olga Kurylenko), con sus continuas crisis, rupturas y reencuentros, entremedias pasa por allí el personaje de Amy McAdams, en quien Affleck busca consuelo durante uno de sus desencuentros con la Kurylenko. Todo ello aderezado con cierto misticismo (prestado de su anterior película) totalmente metido con calzador. Los personajes son absolutamente planos y cualquier intento de empatizar con ellos acaba en desastre, por no tener, no tienen ni nombre y en ocasiones parecen peleles. La simplificación es tal, que Malick sólo utiliza dos recursos a la hora de expresar las emociones de los personajes: bailar y destruir. A lo largo de TODA la película, cada vez que los personajes están contentos, se ponen a bailar. En su casa, por la calle, en el supermercado, ¡donde sea! En esta película no aparecen seres humanos, aparecen una especie de Sims que muestran su felicidad danzando absurdamente por el mundo. Y cuando se enfadan, destruyen de manera igualmente absurda. Si están en su casa, rompen cosas, si están en el coche, se lían a puñetazo limpio con el retrovisor. Si dos personajes están enfadados entre sí, inician una delirante orgía de destrucción doméstica hasta dejar el salón como la franja de Gaza.

Los personajes de Ben Affleck y Olga Kurylenko, expresando sus emociones. 

El tema central de la película es, evidentemente, el amor. Podría haber muchas formas de abordar un tema tan universa y, por supuesto, muchas de ellas implicarían caer de lleno en la cursilería. Con todo lo mencionado anteriormente, cabría esperar que si Malick ha sido capaz de distanciarse tanto de sus personajes (e incluso deshumanizarlos), lograse evitar que la historia fuese cursi. Sin embargo, no es así. La película es cursi con ganas, lo cuál sería perdonable si al menos lograse emocionar, pero como los personajes son putos maniquíes, eso es imposible. Aún así, todo eso podría incluso ser ligeramente perdonable si no fuera por el innecesario transcendentalismo que lo envuelve todo.  

Las sórdidas aventuras del padre Quintana. 

Paralela a la trama principal de Ben Affleck y Olga Kurylenko, hay una especie de subtrama protagonizada por Javier Bardem que resulta ser lo más interesante de la película. Bardem interpreta a un sacerdote católico, el padre Quintana (sabemos que se llama así porque lo pone en IMDb, su nombre no es pronunciado en ningún momento), que atraviesa una crisis de fe. Al ser el amor el tema principal de la película, Malick intenta establecer un paralelismo entre la relación de pareja de los protagonistas y la relación de este sacerdote con Dios, a quien acusa de básicamente las mismas cosas que se reprochan los protagonistas entre sí ("parece que no me escuchas, busco tu compañía pero estás ausente, no sé si me quieres..."). 


Además de ser interesante por sí misma esta contraposición entre dos formas de amor radicalmente distintas (una es muy carnal y la otra no puede ser más espiritual), la trama del pobre padre Quintana es muy divertida y delirante (seguramente, de forma intencionada). Este sacerdote hispano vive mágicas aventuras en su barrio marginal. Se encuentra con mendigos y borrachos, da consuelo a los afligidos, intenta evangelizar a los yonkis, quienes le escupen y le persiguen hasta su casa para aporrear su puerta, mientras el pobre hombre intenta esconderse de ellos. No viene a cuento de nada ni aporta nada, pero aporta un toque sórdido, demencial y sucio a una historia que no puede ser más empalagosa y plana. 

Resumiendo, se trata de una historia de amor bastante sencilla, contada con una ampulosa puesta en escena que a todas luces le viene grande. El resultado es una película fallida que inevitablemente será comparada con 'El árbol de la vida' y saldrá perdiendo. Sin duda es más digerible y convencional que aquélla, pero también es inferior. 



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