Lo mejor, lo peor y lo Meh 2016, Harkness


Vuelve la navidad, y con ella, vuelven los turrones, los regalos, las reuniones familiares, los cuñados expertos en cuestiones económicas, históricas y geopolíticas de toda índole... y vuelve también, cómo no, nuestro resumen con lo mejor, lo peor y lo MEH del año que no tardaremos mucho en abandonar. De todo ha habido; no me he encontrado con ninguna película que vaya a cambiarme la vida, pero afortunadamente he sido capaz de esquivar truños con muy mal aspecto y me siento especialmente orgulloso de no haber visto aún la de Batman luchando con Superman y sus puñeteras madres, aunque ya es como si me la hubiera tragado.


BIEN – MUY BIEN


Si tuviera que establecer un Top 3 de lo mejor de 2016, sería el siguiente, sin orden de preferencia: La bruja, Los odiosos ocho y The Duke of Burgundy. La primera me ha parecido sin duda el mejor y más original título de terror del año, cine con atmósfera, capaz de crear un clima asfixiante, y además, una inmejorable inmersión en la época que aborda. Mucho más que la típica cinta de usar y tirar, cosa que tal vez explique lo ofendidos que se han sentido algunos. La segunda es Tarantino haciendo lo que mejor sabe hacer, un reciclaje de elementos trash para obtener un guión, un clima y unos actores en estado de gracia... cine, en definitiva, concebido como un “trozo de pastel”, como diría Hitchcock, en su máximo exponente. La última de este Top es una inquietante y estilizada propuesta que bebe de las más variadas fuentes (surrealismo, cierta serie B, erotismo) para construir un meticuloso estudio de personajes y una descripción rigurosa, cruda, aséptica, sin sentimentalismos, de las relaciones de pareja en particular y de la condición humana en general.

Más películas buenas, algunas de las cuales bien podrían estar en el podio, serían las siguientes: Capitán América 3: Civil War, sin duda, la marvelada del año, Lobo, propuesta jordana para los Óscar que es puro cine clásico y western añejo con cierto mensaje socio-político, Tarde para la ira, brutal y contundente thriller patrio, El hijo de Saúl, una mirada distanciada y aséptica al tema del holocausto que casi parece cine de terror, y Hasta el último hombre, vuelta de Mel Gibson a su cine religioso, ultraviolento y espectacular. El regalo, La invitación y Calle Cloverfield 10 son tres títulos de intriga muy majos. Agente contrainteligente y La fiesta de las salchichas, las dos comedias del año. Finalmente, la última entrega galáctica, Rogue One, me ha parecido en general una película muy correcta y desde luego más satisfactoria que lo que nos sirvió Abrams el año pasado, no exenta de problemas de concepción, de montaje, o lo que sea que haya sido (la primera y la segunda mitad parecen directamente de dos películas diferentes).

Esa sensación es un curioso experimento llevado a cabo por varias lumbreras de nuestro cine low cost. La comento en la correspondiente crítica de la web, con entrevista a los directores incluida.


MAL – MUY MAL


Me ha faltado en este apartado encontrarme con algo verdaderamente horroroso, con una de esas películas infames capaces de hacerte hervir la sangre. Lo más parecido ha sido Independence Day 2, con el lamentable Emmerich retomando el gran éxito de su pútrida carrera para hacer más de lo mismo y peor, con la espectacularidad hueca, los pésimos diálogos y las dosis de épica barata, triunfalismo americanoide y oficialismo delirante que tanto le gustan, con un buen número además de actores famosos yendo a cobrar el cheque. Los hombres libres de Jones es un sorprendente truño sin paliativos disfrazado de cine serio, histórico y comprometido; no hay por dónde cogerlo, rodado por un auténtico inepto que no sabe darle la menor tensión ni emoción a lo que está contando. Deadpool ha sido la comedia del año, pero yo no he visto más que un cúmulo de chistes sin tono definido y sin puta gracia en torno a un personaje absolutamente irritante y artificial... con una narración y una estética lamentables, además. O el mundo entero se ha vuelto loco, o soy yo quien tiene un puto problema, eso no lo sé.

Tenemos además un buen número de truños independientes y de “autor”: High-rise (superficial, inane adaptación de una novela magistral y difícilmente adaptable), La muerte de Luis XIV (retorno del irreverente Albert Serra y ejercicio de onanismo desenfrenado que no va más allá de lo explicitado por el título), Green Room (una serie B supuestamente opresiva, hiperviolenta y angustiosa... supuestamente), y Berberian Sound Studio (curiosamente, del mismo director que una de las mejores del año, pero que aquí sólamente obtiene puto humo injustificado y esteticista). Por último, y dentro de la categoría de truños levemente soportables, está por un lado Escuadrón Suicida, una de superhéroes que resulta estimulante durante la proyección, pero que cuando sales del cine y piensas en ella te das cuenta de que carece del menor sentido, ya que sus perdidísimos responsables no sabían ni qué coño querían hacer con ella... y por otro lado, Animales fantásticos y dónde encontrarlos, una recuperación del universo de J. K. Rowling aquejada de exactamente lo mismo; lo único que tenían claro sus productores es la enorme cantidad de pasta que querían amasar con esta historia donde lo dramático y lo infantiloide desfilan sin orden ni concierto por el farragoso y aleatorio guión. Seguro que los (sobre todo, las) fans del niño mago serían capaces de comprar caquitas enfrascadas con tal de que lleven el sello de la multimillonaria escritora británica.


REGULAR Y “MEH”


Dentro de esta categoría intermedia y problemática caben, como en un cajón de sastre, varios tipos de películas que no encajan ni en lo mejor ni en lo peor del año. Primeramente, mencionaría las siguientes; Dos buenos tipos, de Shane Back, La doncella, de Park Chan-Wook, La llegada, de Denis Villeneuve, El renacido, de Alejandro González Iñárritu y ¡Ave César!, de los hermanos Coen. ¿Qué tienen en común? Nótese que menciono a sus responsables. En efecto, son películas de las cuales esperaba algo mejor por venir de quienes vienen. Por resumir, algunas me parecen meritorias pero fallidas, otras, en cambio, las veo un tanto estancadas en cierta repetición en que han caído sus autores y que juega en contra suya.

La isla del viento, sobre la estancia de Miguel de Unamuno en Fuerteventura, Idol, sobre la victoria de un cantante palestino en un programa de talentos musicales y 10 años y divorciada, sobre el tema de los matrimonios de niñas en Yemen, son tres películas pequeñas que han pasado desapercibidas. Como cine, son propuestas sumamente limitadas. Por el contenido social y reivindicativo que tienen, sin embargo, merecen una oportunidad y no ser olvidadas.




The boy es una de terror con giro final absurdo que hemos visto demasiadas veces, con un argumento maravillosamente gótico que no llega a ser bien explotado del todo.

Swiss army man ha sido la última revelación del festival de Sundance, una demencial comedia sobre un cadáver que habla, tiene erecciones y suelta ventosidades. Parece un disparate descomunal (y lo es), y aunque tiene mérito llevar adelante semejante propuesta, tal vez no deja de ser la típica comedia dramática indie sobre aprender a madurar y a vivir la vida que va de rarita.

X-Men: Apocalipsis y Doctor Strange son las otras dos de Marvel de 2016 y sendos pedos al viento. La primera, porque la fórmula de los mutantes está ya más que agotada y no aguanta un asalto a la apisonadora palomitoide que es el universo cinemático forjado por Kevin Feige. La segunda, sin estar mal del todo, me parece que pone los efectos especiales por encima de un argumento ortopédico y que me importa más bien poco.

Finalmente, Pesadillas, El libro de la selva y Cazafantasmas vienen a ser ese cine familiar, carente de pretensiones, inofensivo y fácilmente olvidable, que no molesta demasiado una tarde tonta. Únicamente puedo alabar el agudo y bien camuflado mensaje político oculto en la nueva adaptación de Mowgli y sus amigos, pero eso no basta para levantarla, mucho me temo.


WTF

Categoría en la que suelo elegir al menos una película que me haya dejado totalmente descolocado, una ida de olla del copón, de la cual no sé decir si me ha gustado o todo lo contrario. Quién me lo iba a decir, pero este año le ha tocado al holandés más polémico de la historia del cine, nada menos que a Paul Verhoeven que ha vuelto tras un largo silencio cinematográfico con Elle, un thriller protagonizado por la gran actriz Isabelle Huppert, famosa por dar vida a personajes inquietantes y por trabajar a las órdenes de cineastas más bien poco "amables" y que exigen cosas que no cualquier actriz está dispuesta a hacen en la gran pantalla. Nada raro que ahora haya colaborado con este señor. La película resultante es, supuestamente, una sátira de la alta sociedad francesa (al estilo de Chabrol y Haneke, según se ha dicho) y al mismo tiempo, un thriller sobre una violación seguida de venganza. Nada es convencional en semejante historia, y una prueba de ello es que, pese a haber encantado a todo el mundo, cada espectador parece haber entendido una cosa completamente diferente y está muy seguro de ello; desde quienes afirman que es una historia feminista, hasta quienes describen el personaje de la Huppert como un monstruo carente de escrúpulos. El trolazo de Verhoeven, más cabrón que nunca, parece haberse salido con una suya una vez más, colándosela a todo el mundo.





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