Howel Davis



Howel Davis (Malignis detestabilis)

Personaje tabernario de la más baja estofa, Howel Davis es un aristócrata de cloaca.
Un arrogante cretino incapaz de morderse la lengua que dedica su tiempo a maldecir contra todo mientras hace aspavientos con su bastón repleto de muescas y escupe contra el suelo flemas sangrientas fruto de viejas heridas de guerra, una mala alimentación e infinidad de enfermedades, generalmente venéreas.

De su trayectoria cabe destacar que dejó de jugar con los playmobil a la edad de quince años y que una vez vio a José Manuel Parada comiendo en un Burger King y desde entonces se come las patatas con tenedor. Davis no fuma ni bebe, pero pese a su escualidez y débil salud, basa su dieta en cereales del LIDL y galletas de chocolate cubiertas de nocilla que baña en cuencos de leche y por eso algún día le pegará un coma diabético que le llevará a la tumba. Eso si no le balacean antes.

Afiliado a la NRA (La asociación nacional del rifle) desde los seis años, es militante del partido republicano y feroz ideólogo del Tea Party. Luce en su alcoba, sobre el cabecero de la cama la bandera de Gadsden y cuelga sobre la chimenea una foto de Charlton Heston. En ocasiones viste camisetas con la efigie de Ayn Rand.

Entregaré mis armas cuando me las quiten de mis frías manos muertas.

Firme e incansable defensor de los derechos civiles, no dudó en alistarse en el ejército de la Confederación haciendo honor a su condición de caballero del Sur. Por desgracia para él, la guerra había terminado siglo y medio antes. A día de hoy, como recuerdo de aquellos tiempos de gloria que jamás conoció, lleva “Dixie” de tono de llamada en el móvil. 

 ¡The south will rise again!

Animado por las quinceañeras a las que cortejaba cuando éstas iban al instituto, ha publicado hasta la fecha media docena de libros de poesía y ensayo entre los que destacan:

-Abba Kovner y yo pensamos que sois todos unos putos nazis y os vamos matar.
-Este riñón es mío y si te vas a morir háblalo con Dios pero a mi déjame en paz.
-Café con hielo: Wyatt Earp no toleraría a un presidente negro mientras llueva en Baltimore.

Amante del cine clásico, el único a su juicio que contiene ejemplares valores morales,
goza de una inmerecida fama de experto porque de Pascuas a Ramos ve alguna película muda o de los años 30, pero la verdad es que luego se lo pasa mejor viendo las películas de James Bond que las tan cacareadas obras maestras del cine que con frecuencia le parecen un coñazo.
Actualmente apenas frecuenta las salas comerciales, desprecia el cine moderno por considerarlo hecho por y para retrasados y carga duramente contra las galas de premios a las que acusa de estar vendidas al servicio no de la calidad, sino de los diferentes lobbys, como el gay o el afroamericano.

Prefiere el cine de Ford al de Hawks. Es capaz de ver una película sólo porque en ella figure una bella actriz. Le apasiona la música clásica, sobre todo la de los compositores rusos, odia el jazz y es capaz de tocar el piano como Errol Flynn. El único deporte que le entretiene es el boxeo y no se pierde los desfiles de Victoria Secret.

La vida de este amargo, gris y despreciable individuo dio un giro de 180º cuando conoció al Dr Somier, dando origen a una fructífera y creativa carrera plagada de humor malsano y continuo photoshop, que espera culminar logrando que el Dr Somier adquiera universal fama de meme y sea tendencia en Twitter al menos una vez. Eso es, junto con la independencia de Texas proclamada por Chuck Norris y que Ellen von Unwerth le haga una sesión de fotos erótica acompañado por Isabeli Fontana y Megan Fox, el sueño de su vida.




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